miércoles, 29 de octubre de 2008

El pensamiento económico bajomedieval

Las teorías económicas desarrolladas durante el siglo XVI, e incluso en el XVII, son absolutamente incomprensibles sin entender que estaban condicionadas por el pensamiento cristiano de la Baja Edad Media. En este sentido, es importante comprender que el Cristianismo se levanta sobre dos bases fundamentales: el derecho romano y la tradición judía.

- El derecho romano continuó siendo un instrumento vigente en toda la Edad Media, y muy especialmente al final, y resultó vital para el proceso de fortalecimiento del poder regio en la Edad Moderna. Uno de los pilares sobre los que se sustenta es el de la propiedad privada, que en la Edad Moderna convivirá con la propiedad comunal. El mundo clásico estará muy presente en los siglos XVI y XVII, siguiendo a autores como Aristóteles, quien ya en su tiempo definió la economía, pero como el gobierno de la casa, lo cual tiene bastante sentido atendiendo a la etimología de la palabra economía, del griego οίκος (casa) y νομος (ley, orden...). Este concepto más "familiar" de la economía todavía tenía vigencia durante los siglos XV, XVI y XVII, y por él, el rey era considerado como un pater familias que debía gobernar el reino como su casa propia, según los preceptos clásicos, como ejercer la justicia. La justicia se entiende desde dos puntos de vista, el jurídico, por el cual los reyes son jueces en última instancia, y el distributivo, por el que se podía ejercer la gracia, que señala el derecho a premiar a cada uno con lo que se merece, como condecoraciones o conesiones de regalías, pretexto para poner en venta ciertos títulos nobiliarios.

El concepto de la gracia divina es muy importante en toda la tradición medieval y aún se refleja en la Edad Moderna. Para entender su influencia, hay que remontarse al siglo V de nuestra era, cuando uno de los padres de la Iglesia occidental, Agustín de Hipona, afirma que la salvación del hombre viene predeterminada si éste ha sido dotado antes, o no, de la gratia divina, de manera externa e involuntaria, ya que el ser humano, en sí mismo, está condenado y abocado a la perdición tras la comisión del pecado original. De esta manera, sólo podrían salvarse unos pocos iluminados por Dios. Ésta es la tradición que predomina en la Edad Media hasta que, en el siglo XVI, aparece otro de los grandes autores que arroja luz sobre este concepto. No es otro que el propio Lutero, quien va más allá, suprimiendo (dentro de su teología) la libertad del hombre. En otras palabras, el ser humano no puede cometer acciones que le lleven a la salvación por sí mismo, sino que sólamente si ha sido dotado de la gracia divina podrá hacerlo. Si aplicamos, pues, la teoría gracia a las monarquías del bajomedievo o de los comienzos de la modernidad, el rey se ve facultado a otorgar y distribuir bienes y patrimonios.

-Junto a la tradición clásica, nos encontramos como otro de los pilares del Cristianismo a la tradición judía (si bien en este aspecto ha habido cierta depuración doctrinal). Nace así una corriente que podríamos definir como judeocristiana, que daba ejemplo de carácter social y económico con una visión siempre de desarollo, pero concebida desde otro punto de vista; por ejemplo, el Cristianismo siempre ha visto la riqueza como algo sospechoso, dentro de su visión ideal del pobre como reflejo de Jesucristo en vida, y más aún las actividades financieras (la usura era pecado y muy mal vista). En este sentido, cabe mencionar la contradicción en la que cae la propia Iglesia al incitar a la pobreza cuando en su seno existe una alta jerarquía eclesiástica acomodada que vive de las rentas, donde el absentismo de sus altos cargos resulta la norma y no la excepción.

Es en el siglo XVI cuando se produce un amplio debate acerca del carácter del pobre, una figura hasta ahora bien valorada, pero que está sostenido por la sociedad sin hacer nada. En un momento económico como es el de comienzos de la modernidad, cuando el mercantilismo domina en las monarquías occidentales y comienzan a aparecer tendencias pre-capitalistas, el ideal de pobreza queda sometido a crítica y debate. Frente al pobre de solemnidad, aquél que lo era realmente y no poseía instrumentos y la capacidad para valerse por sí mismo, se empiezan a diferenciar los falsos pobres a los que la sociedad ya no debería mantener. Un pensador del siglo XVI, Miguel de Giginta, escribre una obra, Tratado de remedio de pobres, por el cual hacía un llamamiento social para la defensa del pobre. Crea una institución, la Casa de la Misericordia, donde los pobres serían reintegrados en la sociedad por medio de mecanismos que les permitieran valerse de nuevo por sí mismos. Pretende aliviar el problema y para ello pide que los pobres no sean mantenidos por limosnas, sino por sí mismos. Este tratado es, en el contexto del humanismo, bastante moderno para su época. Por su parte, el humanista Cristóbal Pérez de Herrera escribe, también en el siglo XVI, El amparo de los legítimos pobres. En este tratado se muestra más reformista, el pobre no es culpable, según sus escritos, de su situación, sino que las estructuras económicas y la falta de organismos de protección les han llevado a la mendicidad. Pretende que el poder político se implique en el amparo de los pobres y organice mecanismos de integración de forma organizada para solucionar su situación. Todas estas teorías chocan con el ideal de pobreza propio de la Edad Media, a partir de la cual habían surgido importantes órdenes religiosas (la orden franciscana o la orden dominica, en el siglo XIII, por ejemplo). Ahora se entiende a la pobreza como algo que hay que remediar, y sólo en casos de verdadera falta de recursos será mantenida.

A finales del siglo XV, el pensamiento teológico tiene que dar nuevas razones para legitimar lo que está ocurriendo en la sociedad. Es el momento en el que el lucro cesante comienza a atisbarse. Ante la condena de la Iglesia hacia las actividades prestamistas, sobretodo las que cobraban alto interés, surge una nueva forma de legitimar estas actividades financieras mediante este concepto teórico. Se permiten los intereses siempre y cuando el beneficio obtenido por el préstamo se corresponda a lo que el prestamista ha dejado de ganar si hubiera invertido ese mismo dinero en otra actividad económica. Así pues, se entiende que no hay un ánimo de lucro excesivo en el cobro de intereses. Esto se enmcarca en un momento en el que hay que legitimar la riqueza de alguna forma para favorecer la práctica del capitalismo que comienza a surgir. De nuevo aparece la teoría de la gracia divina y la predestinación legitimando las actividades financieras. Según su doctrina, el calvinismo permitía la usura en tanto que si una persona ha nacido predestinada a amasar riqueza, es natural que ese sea el curso que siga a lo largo de su vida. Dentro del pensamiento férreamente religioso que vivía la Europa occidental de los siglos modernos (ya sea dentro del Catolicismo o del Protestantismo), la legitimación moral era algo tremendamente importante para realizar cualquier actividad y, en este caso, el calvinismo supuso un punto de arranque para que emergieran prósperas actividades financieras que, a su vez, dinamizaron toda la economía (más en regiones donde dominaba el liberalismo económico, como en Paises Bajos). Según Weber, el despegue económico de esta zona geográfica se entiende gracias a la puesta en práctica de la doctrina calvinista de la gracia divina.


Edición actual de Tratado de remedio de pobres

Bibliografía adicional:

-Copleston, F.: Historia de la Filosofía. Volumen 2: De San Agustín a Escoto.



Del "Homo Oeconomicus" a la interdisciplinaridad en la Historia Económica


Durante los años 70 y 80 del siglo XX, la Historia Económica entra en declive y recibe numerosas críticas. Se le achaca que entendiera al hombre como un homo oeconomicus, es decir, que encaminaría todas las acciones a lo largo de su vida en obtener el mayor beneficio económico posible. Se trata de una construcción teórica de la economía política que en estas dos décadas comienza a ser atacada en su planteamiento, que no contempla realidades menos cualificables del ser humano, como la cultura o la influencia de la sociedad. Por poner un ejemplo sencillo, si el hombre fuera un verdadero homo oeconomicus, como planteaban estos primeros historiadores económicos, un regalo a un ser querido no tendría sentido alguno, el beneficio a nivel económico es nulo. Podría definirse, pues, como una Historia de los números. Es en este momento cuando la figura del hombre vuelve a cobrar importancia en las nuevas investigaciones históricas, y el papel de la Historia Ecónomica pasa a segundo plano.

Hoy en día, la Historia Económica ha vuelto a emerger, así como otras historias (política, cultural...), pero dentro de un contexto de mercantilización de la cultura en el que, no sólo en el campo que nos afecta, sino en todo el ámbito científico, la producción es abundante pero cuesta encontrar obras de calidad. Pero no hay que olvidar que quizá la Historia haya sufrido este fenómeno en mayor medida, en el sentido de que se ha convertido en una disciplina muy reclamada por un lector que, en ocasiones, no es nada exigente. De esta manera, podemos decir que hemos llegado a una Historia al gusto del consumidor, que inunda el mercado. Respecto a la Historia Económica, hoy día se aborda como una materia multidisciplinar, que no abandona conceptos propios de la Historia Cultural, Social, Política... Es la aplicación de la antropología, en su más amplio sentido, a los preceptos económicos. El hombre pasa a un primer plano en detrimento de aquellas tablas y cuadros de cifras que imperaban en la historiografía anterior a los años 70. La interdisciplinaridad queda aplicada como norma general. De esta manera, si la historia de la fiscalidad se entendía antes como el estudio de los impuestos, las cuentas... de manera aislada, actualmente también se tendrán en cuenta las implicaciones sociales, las causas políticas, etc...

La historia socio-económica asumirá también gran importancia, sobretodo gracias a la contribución de sociólogos como Wallerstein, que inauguran una nueva tendencia historiógrafica en EE.UU., muy estructurada. A esta corriente pertenecen autores como Douglas North (quien, precisamente, recibió el premio Nobel por su aportación al desarrollo de la Historia Económica), Charles Tilly o Gunder Frank (alemán, pero estudiante de la universidad de Chicago y, por tanto, perteneciente a esta tradición). A estos autores se les ha criticado, no obstante, que sus fuentes no sean del todo imparciales.


El archipopular Tío Gilito sería un buen ejemplo de lo que habría que entender por un Homo Oeconomicus

miércoles, 22 de octubre de 2008

Sobre el debate de Dobb y Sweezy...

Entre la Europa de 1.500 y la Europa de finales del siglo XVIII (con la revolución ya en marcha) median tres siglos con elementos comunes que son palanca para la transformación de la vieja economía feudal.

El espacio europeo logra cierto grado de integración, sobre todo por arriba (la Europa atlántica: Holanda e Inglaterra).

La Europa del s. XVI era inminentemente agraria, caracterizada por:

- La dispersión
- La falta de comunicación
- La diversidad de sus estructuras económicas, sociales y políticas.

Estos tres siglos son cruciales para el viejo continente, ya que a través del desarrollo económico focalizado y la expansión comercial desde la fachada atlántica caminamos en la dirección de una cierta interrelación territorial, tras la consolidación de los Estados modernos.

Hablar de “economía mundo” del XVI al XVIII parece exagerado, pero no hay duda de que en el s. XIX ya están puestos los cimientos para la internacionalización de la economía a través del comercio, el dinero y las finanzas.
Pero no todo evoluciona a la vez:

- Inglaterra y Holanda: Inician en el s. XVI el camino que habría de conducir a la transformación del régimen de producción feudal en un sistema económico de mercado basado en el trabajo asalariado.

- El área meridional (Francia): Permanecería estancada.

- El este del río Elba: Se orientan hacia la segunda servidumbre o refeudalización, reforzando la gran propiedad y las prestaciones personales (corveas).

Ante esto Maurice Dobb plantea dos problemas a los que hay que dar respuesta para comprender el cambio del sistema feudal al sistema capitalista. 1) ¿Cuáles fueron las cusas-fuerzas que condujeron a la desintegración del sistema feudal de explotación? (pasando por el proceso, por el cual nació de esa desintegración del feudalismo el modo de producción capitalista). 2) Delimitar la relaciones espacio-temporales.

Con esto se abre un debate que agrupo a historiadores y economistas en dos posturas:

a) Henry Pirenne y más tarde Paul Sweezy, Wallerstein o Grunder Frank, que señalan al comercio como el principal disolvente de la sociedad feudal, que opera como una fuerza exógena y sustituye lo que Schmoller (economista alemán del siglo XIX-principios XX) llamará “economía natural” por “economía monetaria”, impulsando la división del trabajo y la acumulación capitalista.

b) Piensa que la disolución del régimen feudal debe buscarse en el carácter inestable y limitado de su propia naturaleza social y económica, y en sus contradicciones internas (poniendo énfasis en la estructura social, la forma de organizar la producción, la extracción del excedente económico y la acumulación). Autores: Dobb, Brenner, Takahashi, Bois.

Desarrollo y nacimiento de la Historia Económica

Durante los siglos XVIII-XIX se afianza un término: economía política (se realizaron muchos tratados sobre esto). La característica básica de la economía política es la fusión de ambos campos, con la política explicada desde el punto de vista de la economía. Es vista como el antecedente directo de la ciencia económica. Autores básicos: Adam Smith, David Ricardo, Karl Marx.


Desde mediados del s. XIX se va a desarrollar una escuala básica: Escuela Alemana. Ésta va a tener también una gran importancia en el nacimiento de la Historia como ciencia, no sólo en la Historia Económica. V. Ranke (s. XIX): se va a concebir un estudio del pasado, la Historia como un conocimiento absolutamente objetivo al cual se llega mediante un método. Ese conocimiento objetivo vendría ser la descripción de documentos. Es una historia fundamentalmente política, protagonizada por grandes batallas y hombres. Desde la economía se seguía avanzando y la Escuela Alemana va a poner un gran interés en el estudio de la Edad Moderna desde el punto de vista económico, poniendo énfasis en el mercantilismo (intervencionismo). De este modo, a mediados del XIX se desarrollaron bastantes estudios sobre este apartado. Todo esto sucedió en medio de la creación del Estado Alemán, con lo que buscaban en el pasado aspectos que reforzaran las teorías de entonces.


Además, en el siglo XIX se desarrolló también la idea de progreso, que junto con las ciencias y el nacimiento de éstas beben de una misma idea: conocer la realidad desde la experiencia, el análisis, la observación, lo que permitiría avanzar. La idea de progreso quiebra con las Guerras Mundiales. En el primer tercio del XX nace una escuela que va a reivindicar la Historia Económica (hecha hasta entonces y mayormente por economistas): los Annales (Francia, 1929), compuesta por tres generaciones. De una historia predominantemente política se pasa a una que es política y social, de un estilo narrativo a otro más explicativo (la economía y la sociedad son más importantes en el surgimiento de las civilizaciones que la política). La Primera Generación estaba liderada por L. Febure y M. Bloch (también fundan la revista Annales). Desde el punto de vista de los historiadores en este momento va a nacer la Historia Económica como una disciplina de gran peso. Ésta experimentó su mayor desarrollo en los años 50-60 del s. XX, fundamentalmente a partir de estas tres escuelas:


- Segunda Generación de Annales (Braudel)

- Marxismo británico (Dobb y Sweezy en los años 50-60, R. Brenner en los 70)

- Cliometría en E.E.U.U


- Braudel: La historia se dividía en Tiempo Largo, Medio y Corto. Juntas, formaban la Historia Total. Plantea una estructura y sistematización para intentar entender el pasado desde un punto de vista interdisciplinar. Para él, el Tiempo Largo era el más importante, puesto que permitia conocer las raíces más antiguas de los hombres (especialmente la geografía, muy importante para este autor, al tener un carácter de permanencia en el tiempo). Dentro del Tiempo Medio, él ubicaba la historia económica y la historia social, que no eran atemporales como la geografía. Siendo estructuras muy estables y perdurables, todas ellas viven una evolución. En el Tiempo Corto, se encuentra la historia política, que vendría a ser la historia de los acontecimientos (historias puntuales, no fundamentos últimos de la historia de la humanidad).


- Marxismo británico: Transición de unos modos de producción a otros (esclavista-> feudal-> capitalismo), con relaciones de producción desiguales. Debate de transición del feudalismo al capitalismo (relacionándolo con la crisis del s. XVII). En 1945 empieza un debate entre Dobb y Sweezy sobre cómo se llegó al capitalismo. Para Dobb, el germen del capitalismo estaba fuera del sistema feudal. Para Sweezy, el capitalismo tenía sus raíces profundas en el sistema feudal. Autores también de esta escuela fueron, por ejemplo: Perry Anderson, Edward Thompson. Es una línea de estudio que ha llegado hasta la actualidad, de la mano de R. Brenner. Éste dio pie a un debate en los años 70, señalando que no eran condiciones fundamentalmente económicas o de mercado las que se encontraban tras el surgimiento del capitalismo, sino que éste se dio por el cambio de las relaciones sociales.


- Cliometría (E.E.U.U): Uso radical de la codificación y matematización para cualquier categoría histórica. Parte de la idea (muy criticada por partir y desarrollarse de una base de supuestos, entre otras cosas) de que el estudio de la historia se puede reducir a una serie de fórmulas y números que nos llevaría a una realidad histórica, basándose en el determinismo. Este trabajo comenzó con los trabajos de Conrad Meyer (trabajo sobre la economía de la esclavitud en los E.E.U.U). Pocos años después, R. Fogel realizó otro estudio sobre la economía de los ferrocarriles americanos en el s. XIX, donde llegó a una conclusión bastante compleja (mediante el uso de fórmulas). Fogel concluyó que los ferrocarriles apenas habían tenido protagonismo en la economía de los E.E.U.U, en contra de lo que pensaba la mayoría. Por otra parte, en su estudio introdujo datos que no se habían dado en la realidad (los supuestos), para comparar lo que pudo haber pasado con lo que ocurrió realmente (la historia contrafactual: metodología donde se incluyen datos que no han ocurrido en realidad para obtener un modelo comparativo a lo que sí ocurrió).

Introducción a la Historia Económica

Cuando comienza la Edad Moderna, empieza a formarse una economía compleja. De un feudalismo medieval se pasa a los primeros sistemas capitalistas. Será durante este período cuando empiece a existir una reflexión sobre términos que ya existían, como "inflacción", "mercado", etc. Sin embargo, aún no se entendía la economía como una ciencia (ejemplo: el pensamiento económico bajomedieval solía estar muy ligado al religioso).

Durante la Edad Moderna se va a consolidar el capitalismo como sistema económico (sin ser igual al que hay en la actualidad). El capitalismo en la E. Moderna es un capitalismo mercantil (P. Kriedte), con lo que la búsqueda de beneficios se encontraba fundamentalmente en los grupos de mercaderes. Junto a este capitalismo, se dieron las primeras muestras de globalización (First Global Age), es decir, una ampliación de horizontes geográficos vino acompañada de una ampliación de mercado (los productos de América o de las Indias son un ejemplo de ello). Se entiende como una globalización "en pieza". A pesar de esto, muchas comunidades vivián a base de autoabastecimiento (ejemplo: en los siglos XVI-XVII se seguía condenando el beneficio como delito de "usura", pero al mismo tiempo éste se buscaba).

Las instituciones y el poder político en general tuvieron una gran importancia en el desarrollo de la economía, lo que lo une a la corriente neoinstitucionalista actual (Douglas North): la mejora institucional es un requisito imprescindible para el desarrollo económico, es un paso para el libre mercado si las mejoras políticas así lo permiten. En este sentido, durante el s. XIX se va a desarrollar en Inglaterra toda una tradición historiográfica (la actual -liberal- de los whig) que venía a sostener que las condiciones de mejora de las bases de financiación en Inglaterra provenía fundamentalmente del paralamentarismo (lo que lo convertía en un posicionamiento económico neoliberal -nota personal de A.: además de que se usaba para beneficiar al partido/posicionamiento político de turno, en este caso al Parlamento frente a la monarquía ingleses-). De este modo, poder político y poder económico van de la mano (I. Wallerstain) -->> La economía moderna sólo podía aparecer con el poder del monarca, lo que llevaría al centralismo del poder y de ahí al capitalismo. Según este autor, la economía desde el s. XV se va a dividir en tres espacios: un centro (espacio más dinámico, que ejerce más poder sobre el resto de las zonas. Serían Inglaterra y Países Bajos), un segundo círculo semidependiente (del centro, fundamentalmente. España e Italia) y un tercer círculo con espacios dependientes (las colonias). Para lograr ser el centro, había que tener sistemas representativos (como la monarquía). Fue una teoría muy criticada (ejemplo: se basa fundamentalmente en el espacio europeo, sin tener en cuenta la economía de Asia -también muy importante en zonas como la India, sobre todo en el comercio-. Además, habla de un crecimiento polinuclear, es decir, en varios puntos a nivel regional se daban pautas de crecimiento que no tenían por qué coincidir - Yun Casalilla en Marte contra Minerva. El precio del imperio español-).

La Historia Económica es una disciplina ampliamente introducida en las ciencias sociales, con una tradición muy importante que arranca del s. XIX. Es propia de historiadores y de economistas (diferentes historias). Sin embargo, la Historia Económica no puede ser confundida con una historia de números. Es, por lo tanto, una disciplina enfocada desde dos vertientes.

Características de la Historia Económica (Schumpeter):

1- Carácter relativo (debate sobre el "relativismo")-->> No se aceptan en economía normas de carácter universal.
2- La economía es una ciencia heterónoma, depende de otras, por la unidad misma de la vida social y la correlación de unos elementos políticos y sociales.
3- Las acciones del ser humano obedecen a muchos motivos (algunos muy complejos) y considerarlos sólo desde una perspectiva económica proporciona una visión muy reducida.
4- Se deben combinar los pasos individuales con las conclusiones colectivas-->> Metodológicamente, se deben tener conocimientos de estadística, demográficos y de otras disciplinas cercanas a la Historia. Pero no se pueden ampliar estos conocimientos de un modo activo (números sin explicaciones, por ejemplo).

Historia Económica con utilización crítica y sabiendo cómo se utiliza cada paso. Ser críticos con las fuentes, poseer conocimientos notables de matemáticas y una parte científica (ejemplo: la estadística es muy útil, pero no servía como tal en el Antiguo Régimen, lo que la invalida individualmente en este aspecto).


Schumpeter