martes, 20 de enero de 2009

La feria de Medina del Campo


Tradicionalmente se tiene a Don Fernando de Antequera como el fundador de la Feria de Medina, pero a ciencia cierta conocemos muy poco acerca de la creación y primeros pasos de la misma. Sabemos que debieron de establecerse en la primera década del siglo XV, quizá en torno a 1404, teniendo en principio carácter señorial, lo mismo que las establecidas en Rioseco o Villalón. Hay quien sugiere que el modelo ferial adoptado fue el creado en la villa de Cuéllar, en 1390, por el mismo Don Fernando.
De 1421, datan las primeras Ordenanzas de aposentamiento de feriantes, dictadas por la esposa de D. Fernando, Dª Leonor de Alburquerque, por entonces Señora de Medina. Gracias a ellas sabemos donde se instalaban cada uno de los feriantes con sus mercancías en las calles del centro comercial durante el siglo XV. En la actual calle de Padilla los cambios y los que traían "paños mayores", en la de Maldonado los lenceros y sederos, en la de Bernal Díaz los plateros; en la Plaza Mayor los silleros y freneros, joyeros, especieros, armeros, calceteros y jubeteros, y en su centro los buhoneros y barberos; en la actual de Gamazo los comerciantes de pez, cera, rubia, esparto, sebo y aceite; en la plaza del Pan y sus inmediaciones los peleteros y tratantes de paños "menores" o de la tierra; en la otra margen del río estaban situados otros muchos oficios y mercaderías: en la hoy de Claudio Moyano herreros y caldereros, en la de Valladolid zapateros y mercaderes de cueros y cordobanes; más allá, junto a la Mota, los albarderos. Quedaba, de este modo, bien definida en el plano la ocupación de cada uno de los gremios locales y de los mercaderes llegados a la villa en tiempos de feria.
Las convocatorias feriales anuales establecidas en mayo y octubre, en principio grandes mercados francos de transacción de productos, se convierten con el tiempo en reuniones eminentemente financieras. Junto con mercaderes burgaleses, sevillanos y catalanes son numerosos los agentes de grandes casas de finanzas de Amberes, Lyón, Génova, Florencia o Lisboa que acuden a Medina a comerciar. De este modo, el protagonismo de los feriantes y mercaderes de los primeros tiempos, pasa a los hombres de negocios, cambistas y banqueros que endosan créditos, contratan grandes partidas, ordenan pagos, envían cartas de aviso y, sobre todo, giran letras de cambio.

El constante apoyo ofrecido por los sucesivos monarcas se hace patente a lo largo de todo el siglo y culmina con su consideración como Ferias Generales del Reino en 1491 por parte de los Reyes Católicos. En el rapidísimo crecimiento desde su fundación influyó además, de modo notable, el carácter de encrucijada de caminos de la población, en la cual confluían todas las rutas importantes castellanas, especialmente el eje Toledo-Burgos, con las principales ciudades castellanas de entonces, Valladolid, Zamora, Salamanca, Segovia, y Ávila a una cercana y similar distancia.
Las convocatorias feriales anuales establecidas en mayo y octubre, en principio grandes mercados francos de transacción de productos, se convierten con el tiempo en reuniones eminentemente financieras. Junto con mercaderes burgaleses, sevillanos y catalanes son numerosos los agentes de grandes casas de finanzas de Amberes, Lyón, Génova, Florencia o Lisboa. De este modo el protagonismo de los feriantes y mercaderes de los primeros tiempos, pasa a los hombres de negocios, cambistas y banqueros que endosan créditos, contratan grandes partidas, ordenan pagos, envían cartas de aviso y, sobre todo, giran letras de cambio. Respecto a éstas últimas, conviene recordar que es en estas ferias medinenses donde cristalizan y adquieren su forma de funcionamiento definitiva; la extendida creencia de que esta forma de pago se creó en nuestras ferias es algo que no se corresponde con la realidad, ya que era habitual en reuniones comerciales muy anteriores.
A partir de la segunda mitad del siglo XVI, los contratiempos económicos, relacionados sobre todo por el fuerte endeudamiento de la Corona, enfrascada en continuas guerras sin solución, deriva en aplazamientos y bancarrotas -como la de 1575- que originan una crisis financiera que puede controlarse por muy poco tiempo gracias a las reformas de 1578 y 1583; los estudios más recientes aseguran que hasta octubre de 1594, las ferias de Medina gozan de un buen funcionamiento; es a partir de la definitiva crisis de este año, unida a la ruptura del eje comercial con Flandes y al traslado definitivo de la Corte a Madrid en 1606 acabó la antigua pujanza de la villa vallisoletana.


http://www.museoferias.net/historia.htm

1 comentario:

David Alonso dijo...

Buena aportación, Álvaro